Editorial La Tercera
El diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) iniciado el 30 de octubre y encabezado por el expresidente del gobierno español, José Luis RodrÃguez Zapatero, parecÃa abrir un camino para avanzar hacia una solución a la grave crisis institucional y polÃtica que vive ese paÃs. Con el rol mediador de un representante del Vaticano, la primera cita permitió establecer algunos compromisos y exigencias de la oposición, como la necesidad de avanzar hacia un cronograma electoral. Incluso la liberación el lunes pasado de cinco presos polÃticos parecÃa una señal positiva sobre el futuro de la iniciativa.
Sin embargo, en los dÃas siguientes a la primera reunión volvió a quedar en evidencia el nulo compromiso democrático del presidente venezolano, validando a quienes lo acusaban de utilizar su supuesta disposición a negociar solo como un mecanismo para intentar descomprimir la crisis generada tras la suspensión del referéndum revocatorio y dilatar la situación. El mandatario no solo criticó en duros términos a los lÃderes opositores, pese a que frente a los garantes del diálogo se habÃa comprometido a bajar la agresividad, sino que le cerró la puerta a un eventual cronograma electoral demandado por la oposición y acogido inicialmente.
La MUD dio plazo hasta el 11 de noviembre para contar con una propuesta del mandatario que permita fijar un cronograma electoral y favorecer una salida negociada a una crisis que se vuelve cada dÃa más insostenible. Insistir en la negativa a avanzar en esa dirección refuerza la idea de que el gobierno solo está utilizando la mesa para ganar tiempo. Ahora es responsabilidad de los mediadores lograr que el proceso iniciado hace una semana no termine convertido en un esfuerzo fallido o en un instrumento al servicio del gobierno. La crÃtica situación que vive el pueblo venezolano no da margen para un nuevo fracaso.
Publicado originalmente en La Tercera (Chile), el 7 de noviembre de 2016.