México: Terremoto en México: al menos 225 muertos

Gritos, sirenas y oleadas de polvareda se entremezclaron ayer en las calles de Ciudad de México, Puebla, Morelos, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, donde la incertidumbre todavía reina entre los escombros de los edificios derrumbados tras el fuerte terremoto de magnitud 7,1 grados en la escala de Richter que dejó por lo menos 225 muertos.

El catastrófico temblor sacudió el centro de México ayer a las 13.14 (15.14 en la Argentina) antes de que lograra recuperarse del sismo de 8,2 grados de hace 10 días.

El terremoto hizo que más de 40 edificios se desplomaran. Entre ellos, una escuela en la que se llevaban contabilizados 37 muertos. 32 eran chicos.

El director de Protección Civil de Gobernación (Interior), Luis Felipe Puente, informó que hasta el momento se llevan contabilizadas 94 víctimas fatales en Ciudad de México, 71 en Morelos, 43 en Puebla, 12 en Estado de México, 4 en Guerrero y 1 en Oaxaca.
Las tareas de rescate continuaban sin interrupciones este miércoles, tanto en la capital como en los estados centrales del país.
Escenas de la tragedia

Felipe, vigilante de seguridad privada, estaba en la planta baja del edificio en el que trabaja, en Colonia Condesa, cuando el suelo empezó a temblar. Al salir a la calle, una vecina lo empujó hacia atrás: «No puede estar ahí», le dijo. A unos metros, en la esquina de la calle Amsterdam y Laredo, un bloque de viviendas empezaba a colapsar.

Unos técnicos que trabajaban en el lugar arreglando el alumbrado público fueron los primeros en acercarse. Con el paso de los minutos el lugar se convirtió en una marea de gente en la que todos se hacían la misma pregunta: ¿cuántas personas quedaron atrapadas?

Entre los escombros, relata Felipe a la agencia EFE , se podía escuchar el pedido de auxilio de una mujer.

Es imposible saber cuántas personas quedaron atrapadas. Se escucha que son cinco. Pero otras voces dicen que son diez o más. En medio del caos y la desesperación reina la incertidumbre.

Alfonso y Alma estaban en su casa en el momento del derrumbe. «No se podía ver nada», explica ella.

Tanto Alma como su marido tienen muy presente el terremoto de 1985, que dejó miles de muertos en la capital y del que justo hoy se cumplen 32 años. Y recuerda que aquella vez el edificio del lado opuesto de la calle se vino abajo.

La búsqueda de sobrevivientes

Parados sobre los restos de un edificio los rescatistas piden silencio entre el caos de voces para que se puedan escuchar las instrucciones: han localizado a dos personas y no hay tiempo que perder. Se necesitan baldes para empezar a retirar los escombros.

Al instante hay voluntarios que van a toda velocidad de puerta en puerta. Y en poco tiempo recipientes de todos los colores comienzan a llegar.

Mientras tanto, frente a lo que fue un edificio de 5 pisos, Claudia se mueve nerviosa. Tiembla cuando explica que dos amigos viven allí y no sabe nada de ellos.

«Este edificio ya estaba viejito», lamenta la capitalina, que en vano busca respuestas a sus preguntas entre el personal de los servicios de emergencia.

Formando largas hileras, los voluntarios se pasan los escombros para limpiar la zona poco a poco. Comienzan a sacar piedras, restos de muebles, libros. Nada de eso debiera estar ahí.

Cuando hay incidentes como este «tardas semanas en recuperarte», apunta Alma, mientras que Alfonso recuerda también el susto del pasado 7 de septiembre, cuando el terremoto de magnitud 8,2, sacudió la capital.

Los voluntarios intentan, sin éxito, que las personas que han acudido al lugar y no estén ayudando desalojen la zona. Otros hacen diferentes peticiones mientras se abren paso entre el gentío: «Los que puedan ayuden a traer el agua, en la casa verde», «Se necesita ayuda en Nuevo León, aquí ya somos muchos».

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No hace falta alejarse más que unos metros para ver que las escenas de los rescates se repiten. Condesa y la Roma son de las zonas más golpeadas en la capital tras el sismo, que ya suma 225 víctimas mortales.

En las calles se repiten las imágenes de gente desbordada en lágrimas, dándose abrazos, llamadas telefónicas en busca de familiares, las unidades de emergencia pidiendo paso.

Aún quedan muchas horas de trabajo por delante.

 

 

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Publicado originalmente en El Clarín (Argentina), el 19 de septiembre de 2017