Los hospitales de La Habana se caen a pedazos. Literalmente. Se cae también con ello el discurso propagandÃstico de la elite castrista sobre las bondades del sistema de salud cubano, apenas piso los primeros escalones de la guardia de un hospital en el barrio (no turÃstico) de San Miguel en La Habana.
Entro vestida como cubana y con la recomendación de no hablar; mi acento argentino me iba a delatar apenas dijera “holaâ€. Un disidente y miembro del Partido Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) me acompaña. El será mi guÃa y mi mentor en este viaje al corazón de la medicina comunista.
Cuando entramos, a las 22 horas de un sábado cualquiera, tres de los cuatro pisos del hospital —uno de los 270 que hay en el paÃs— no estaban funcionando por el horario. Solo estaba habilitada la zona de urgencias.
“Hace cuatro horas que estamos esperando la ambulanciaâ€, grita un cubano a quien, vestido de verde, pareciera ser un médico. Lo escucho mientras me siento en la única hilera con cuatro asientos de plástico en la sala de espera. Mi amigo permanece inmóvil y me hace una seña para que permanezca en silencio y para que escuche los comentarios de los pacientes y sus familiares.
Pasan 20 minutos y todo seguÃa igual. El hombre que habÃa gritado, permanecÃa al lado de su madre, tendida en una camilla improvisada, ya cada vez menos paciente. ParecÃan dos personajes de la obra Esperando a Godot.
El ambiente bien podrÃa simular un campamento sanitario por la falta de equipamiento médico básico.
Me levanto para seguir recorriendo el establecimiento sanitario. Dos enfermeras me miran pero no dicen nada, mientras entramos a la parte que alberga a los pacientes más crÃticos. Allà comienza el área con aire acondicionado.
Mi acompañante —que vive de manejar un taxi para cubanos, con un recorrido fijo por las calles de La Habana— me indica que todos los médicos presentes estaban todavÃa en la escuela. Los miro y ninguno de ellos superaba los 25 años. De todas maneras, no tenÃamos forma de corroborarlo.
El único baño disponible en el hospital tenÃa un solo inodoro, la puerta no cerraba —habÃa que hacer sus necesidades a la vista de todos—, no habÃa papel higiénico y estaba totalmente sucio y antihigiénico.
Los cubos de basura de la sala tenÃan a simple vista residuos biológicos. Las camas estaban sin sábanas, y con un suero colgante como única tecnologÃa. Los carteles de los consultorios estaban escritos a mano. Fuera de ellos, unas cuatro personas en cada uno. La espera mÃnima, de unas tres horas.
No vi camilleros. Llega otro hijo con su madre, empujándole la camilla, y se queda esperando al lado de los pacientes que a su vez, esperaban la ambulancia.
Las bondades del sistema
El sistema de salud cubano depende del Ministerio de Salud Pública, quien se encarga de centralizar la polÃtica pública sanitaria en el paÃs. El sistema, gratuito para los cubanos, ha sido siempre utilizado por el régimen castrista como propaganda del régimen.
“La garantÃa de atención médica gratuita a toda la población cubana se convirtió desde los primeros momentos del triunfo de la Revolución en uno de los paradigmas sociales fundamentales. Esto se corresponde con la esencia humanista y de justicia social que caracteriza a nuestro proceso revolucionarioâ€, precisa Granma, el medio del Partido Comunista, en uno de sus artÃculos.
Cuba está, además, calificada año tras año por organismos como la Unicef como un paÃs desarrollado por sus bajos Ãndices de mortalidad infantil.
El gasto total en salud como porcentaje del PIB en Cuba es del 8,8%. En la región, Argentina invierte 7,3 por ciento, y Estados Unidos, 17,1%, mientras Canadá destina un 10 por ciento, según datos del Banco Mundial para el perÃodo 2010-2014. En estos paÃses, sin embargo, a diferencia de Cuba, la estimación incluye tanto inversión pública como privada.
El cineasta Michael Moore en 2007 publicó un documental en el que ciudadanos estadounidenses visitaban Cuba para una atención gratuita en salud. En el film aclara que a los protagonistas se les presta atención de la misma calidad que a cualquier ciudadano cubano de a pie.
“La única cosa que los cubanos sà tienen es un servicio universal gratuito de salud. Son conocidos en el mundo entero por tener no solo uno de los mejores sistemas de salud universales, sino también por ser un paÃs generoso en proveer médicos y equipos a paÃses del Tercer Mundoâ€, explica Moore en su pelÃcula Sicko.
Yilian Jiménez Expósito, directora general de la Comercializadora Servicios Médicos Cubanos, destacó en una entrevista con Granma que “el secreto es el resultado de un médico formado en un sistema socialista, donÂde nunca se ve al paciente como una mercancÃa o un cliente; donde cada ciudadano tiene el derecho a la cobertura de salud desde que nace hasta que muere, sin distincionesâ€.+
Por su parte, Hilda Molina, neurocirujana devenida en opositora al régimen, sostuvo que el sistema de salud es totalmente controlado por el Estado. Es decir, se eliminaron las modalidades de medicina privada y cualquier otra organización independiente.
“Estas arbitrarias medidas, además de sus múltiples implicaciones negativas, tuvieron nefastas consecuencias desde el punto de vista ético: se sustituyó la sagrada relación médico-paciente, por una impersonal relación Estado-paciente. Cuando los enfermos están obligados a atenderse con los médicos y en los centros que decide el Gobierno, sin otras opciones, viven consciente o inconscientemente inmersos en una angustiosa sensación de inseguridadâ€, advirtió la médica cubana.
Indicó asimismo que el sistema de salud es absolutamente politizado: “jamás el régimen comunista ha garantizado a los que habitamos esta isla, ni igualdad ni equidad en lo que a servicios médicos se refiere. La élite gobernante, sus familiares, amigos y protegidos, han recibido siempre una atención diferenciada, superior a la de la poblaciónâ€.
Me retiro de aquel hospital luego de un par de horas de observación. Ya en la calle alcanzo a preguntarle a mi amigo cubano qué era lo que un grupo de personas estaban llevando en sus manos al ingresar al edificio.
Me dice: “Bueno, chica, que quieres, se traen todo porque allà no les dan nada. Almohadas, sábanas, medicamentos. Qué más: todoâ€.
Fuente: Panampost