Chile: Pacto electoral opositor pone en jaque a la DC

La Concertación ve en las elecciones municipales de octubre de este año, no sólo una opción de derrotar en la mayor cantidad posible de municipios a la centroderecha, sino que demostrar su vigencia política, y sobre todo dar una señal de orden y unidad para facilitar el regreso de Michelle Bachelet el 2014. Sin embargo, una derrota en la elección de alcaldes y/o concejales significaría otro fuerte remezón, y resurgirían los cuestionamientos a su existencia como coalición.

El sistema electoral imperante en las elecciones de alcaldes establece que la primera mayoría logra el puesto edilicio. La lógica de la Concertación es que a mayor cantidad de postulantes que se presenten de las diversas fuerzas políticas opositoras, se produce una fragmentación de sus votaciones, y por ende suben las posibilidades de que gane un candidato de la Coalición por el Cambio. Para éstos, el mejor escenario es llevar a un único representante que aglutine y concentre a sus electores.

En ese contexto se han producido las negociaciones entre las directivas y los encargados lectorales de los partidos que componen la Concertación (DC, PS, PPD, y el PRSD). A estas conversaciones se ha sumado el Partido Comunista (PC), ofreciendo restarse de la competencia en la mayoría de las comunas del país, a cambio de que la Concertación se omita en un determinado número de municipios, los cuales de acuerdo a las proyecciones del PC serían favorables a sus intenciones. Como sería el caso de Recoleta y Estación Central, lugares donde la DC pretendía llevar candidatos propios.
La complejidad de las negociaciones llevadas a cabo por estos partidos, se explica principalmente porque como es obvio ninguno de ellos está dispuesto a ceder espacio frente a sus aliados. En ese sentido, es la DC quien ha puesto las mayores trabas para cerrar el acuerdo municipal opositor, debido en primer lugar a su negativa a visar un acuerdo político y no electoral con el PC, y en segundo lugar, por no seguir perdiendo su espacio dentro la Concertación y como fuerza política del país. No obstante, el pacto municipal en vez de fortalecer un posible pacto futuro de la oposición ha puesto nuevamente en jaque a la Democracia Cristiana, tensionando una vez más la unidad de la Concertación.

El poder electoral de una colectividad se puede medir por su capacidad para imponer en una elección presidencial a uno de los suyos como el representante de la coalición a la cual pertenece. Así, se puede observar que claramente la DC está lejos de lo que fue.

Tras el retorno a la democracia, cualquier acuerdo político daba por hecho que la DC constituiría la columna vertebral de una alianza política para futuro. No fue extraño que Patricio Aylwin se convirtiera en Presidente de la República en 1990 y que fuera sucedido en el cargo por su camarada Eduardo Frei.

Pero las cosas fueron cambiando para los democratacristianos. En las primarias internas de la Concertación para la elección de 1999, Andrés Zaldívar perdió frente al futuro Presidente Ricardo Lagos, y el 2005 Soledad Alvear tuvo que ceder en sus pretensiones ante el liderazgo que Michelle Bachelet marcaba en las encuestas. Mientras en la última elección, su candidato presidencial Eduardo Frei representó el ciclo terminal del período concertacionista, entregando después de veinte años el poder al Presidente Sebastián Piñera y a la coalición de centroderecha. Hoy el panorama electoral de la DC y sus pre-candidatos a La Moneda pasa por la decisión de re-postular de Bachelet.

Un punto que llama enormemente la atención de este acuerdo municipal, es el rechazo del PC a someterse a elecciones primarias para definir candidaturas, exigiendo que sus representantes sean designados directamente y no pasen por las primarias opositoras, bajo la amenaza de competencia total con la Concertación en caso de que no acepten sus condiciones. Suena contradictorio e incomprensible que sus críticas a la forma en que se toman las decisiones en los otros partidos, queden en el olvido para ganar uno que otro cupo municipal. Donde el discurso comunista de exigir mayor democracia y participación ciudadana queda sólo en retórica ante sus intereses políticos.

En definitiva el PC, un partido de minoría y que hoy ocupa su capacidad de chantaje para lograr sus fines, se comporta como ese típico invitado a una casa que no es bien visto y que incomoda a los demás. Sus objetivos lo llevan a demandar un pacto electoral amplio, en donde la DC tiene mucho más que perder que ganar.

 

Fuente: Pablo Rodríguez N., Instituto Libertad (Chile), 16 de marzo de 2012.