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El pasado martes, el presidente Hugo Chávez firmó un decreto con fuerza de ley que nacionaliza la industria del oro, como base para instaurar un plan de soberanÃa económica en medio del complejo escenario internacional. Además ratificó la “repatriación ordenada†de las reservas aurÃferas desde bancos europeos y estadounidenses.
En medio de un contexto de recuperación de la economÃa venezolana tras dos años de recesión, pero con la inflación más alta del continente, se aprueban estas medidas por las que el mandatario pretende sacar las reservas internacionales del paÃs desde bancos de Europa y Estados Unidos, para diversificarlas en economÃas que Chávez considera más sólidas y que además han tenido un desarrollo acelerado. Es decir, acudirá a los por él llamados “paÃses aliadosâ€, miembros del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con el fin de “revertir los graves efectos del modelo minero capitalista†y proteger los activos de Venezuela. Junto con esto, se llevará a cabo la nacionalización del metal, mediante el traslado fÃsico del oro (que hoy cotiza a sus máximos históricos) para convertirlo en fondos nacionales y sortear la que el Ministro de EnergÃa y Petróleo ha llamado “crisis económica del capitalismoâ€.
Hoy en dÃa Venezuela, uno de los paÃses con mayores yacimientos de oro en el mundo,  tiene un equivalente aproximado de 11.058 millones de dólares de este metal en el exterior. Dentro de esto, el equivalente a 4.595 millones de dólares en oro (99,21 toneladas) se encuentran en bancos de Inglaterra, 800 millones de dólares en Estados Unidos, 381 en Canadá y 184 en Francia (3 toneladas).
Con la nueva ley aprobada, en el marco de la Ley Habilitante que le permite al mandatario legislar sin consentimiento del Parlamento, el oro será devuelto al paÃs progresivamente en barras fÃsicas sujetas a comprobación (con el fin de ver si son las mismas). Además, el decreto entrega al Estado los derechos sobre la exploración, explotación y todas las actividades relacionadas, con el fin de tomar el control de zonas aisladas donde el oro es explotado y sacado rápidamente del paÃs, asà como de los yacimientos que aún no se explotan como Brisas y Las Cristinas. Entre otros, contempla también las actividades reservadas, la migración a empresas mixtas y las regalÃas del sector. Como medida inicial, se trasladaran 211,35 toneladas de oro al Banco Central de Venezuela (BCV), para terminar el proceso completo en no más allá de dos meses.
Ya se habÃan dado señales de una ley como esta cuando las empresas extranjeras Golden Reserve y Crystallex, que ya tenÃan contrato para la explotación de Brisas y Las Cristinas, fueron expulsadas del paÃs, a lo que habrÃan recurrido a una mediación internacional. Rusoro (empresa ruso-canadiense), la mayor exportadora de oro de Venezuela, también se ha manifestado descontenta con la nueva legislación ya que ésta limita sus exportaciones de oro. Esto ha desincentivado la inversión en el paÃs ya que se han incumplido contratos, lo que genera desconfianza en el sector privado.
Es importante considerar que las reservas internacionales de Venezuela ascienden a un monto de 28.598 millones de dólares, de las cuales, el 63% está en oro (365 toneladas). Si bien el oro ha tenido un desempeño favorable desde hace algún tiempo en la economÃa mundial, este es un commodity altamente volátil, el cual hace vulnerable al paÃs debido a la dependencia de la estabilidad internacional del precio del metal, tal cual ha sucedido con la dependencia del petróleo, la que le ha proporcionado diversos episodios de crisis.
Desde que Hugo Chávez asumió el poder en 1999, han sido reiteradas las ocasiones en las que ha nacionalizado grandes empresas, sobre todo relativas a proyectos petroleros, bancarios y cementeros, entre otros. El 2010, al aprobarse la Ley Habilitante, esta tendencia nacionalizadora se ha visto acrecentada, debido al poder que le otorga al mandatario el hecho de gobernar sin tener que negociar con el Parlamento. Los efectos de su excesivo control de la sociedad se ven expresados en este tipo de medidas, de las cuales los fines reales no parecen tan claros.