Tema Público n°1124, Libertad y Desarrollo
Una vez cerrado el plazo para la inscripción de candidaturas presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales el pasado lunes 19 de agosto, se configuró el escenario sobre el cual los respectivos candidatos, partidos polÃticos, pactos y coaliciones deberán enfrentar la elección de noviembre próximo. Una mirada general de la nómina de candidaturas presentadas al Servicio Electoral permite visualizar un escenario electoral de mayor fragmentación, pero donde, en general, los patrones de incumbencia se mantienen dentro del rango histórico desde 1993 a la fecha y la participación femenina experimenta un alza moderada, siendo ésta mayor en el pacto Alianza que en la Nueva MayorÃa.
Un escenario fragmentado
Nuestro sistema polÃtico ha experimentado una serie de transformaciones, ya sea desde una perspectiva institucional como polÃtica. La implementación del sistema de inscripción automática y el voto voluntario han incorporado una cuota importante de incertidumbre en nuestro escenario electoral. Hoy nuevas corrientes y sensibilidades polÃticas ven a raÃz de la coyuntura institucional actual, una nueva oportunidad para emerger en la escena polÃtica.
Al no existir un padrón electoral previo caracterizado por su congelamiento, hay incentivos para la configuración de nuevas agrupaciones y pactos que intentan capitalizar y  agregar nuevas preferencias polÃticas. Esto es lo que está aconteciendo en Chile, ad portas de la elección presidencial, parlamentaria y de consejeros regionales.
Lo primero que sobresale a la hora de observar las nóminas preliminares de las candidaturas presentadas ante el Servicio Electoral es el aumento en la cantidad de candidatos inscritos a la Presidencia de la República (ver Gráfico N° 1). Esta fragmentación polÃtica no resulta trivial a la hora de analizar lo que serán las prospectivas electorales. Con un escenario de mayor fragmentación la posibilidad de una definición en segunda vuelta electoral cobra aún más sentido, pero a su vez se introduce una cuota de complejidad en lo que respecta a la estructura de apoyos y respaldos que cada pacto debe realizar de cara al escenario definitorio de ballotage.
Un análisis quizás más interesante está dado por la fragmentación que se visualiza en el plano de los pactos parlamentarios (ver Gráfico N° 2). El panorama se asemeja mucho al de la primera elección parlamentaria de 1989, cuando las fuerzas polÃticas debieron decidir cómo afrontar la transición polÃtica, desde la perspectiva de estructura electoral, con siete pactos electorales parlamentarios. Hoy se visualiza un escenario que podrÃa ser homologable, aunque claramente, las condiciones del «momento polÃtico» son distintas. Mientras en 1989 se re-abrÃa nuestro sistema democrático, en 2013 existe la posibilidad de que nuevas fuerzas ingresen en la arena polÃtica electoral, en una democracia ya plenamente consolidada. No obstante lo anterior, un análisis a posteriori muy interesante de realizar es observar cómo se verá alterada la cifra del número efectivo de partidos parlamentarios, para evaluar en concreto si este aumento es más bien una pretensión por mayor inclusividad polÃtica, o si efectivamente se trata de un cambio polÃtico efectivo en la composición de nuestro Congreso.