República Dominicana: El Drama de los balseros

sde hace medio siglo generalmente se denomina «balseros» a aquellas personas que, en busca de vivir en libertad, tratan de escapar de Cuba arrojándose al mar en toda suerte de embarcaciones, con el objetivo de llegar a los Estados Unidos, poner pie en su territorio y poder comenzar allí una nueva vida, más digna y promisoria. Cientos de miles de cubanos utilizaron esta variante para abandonar una isla en la que no encontraron futuro.

El fenómeno mantiene su vigencia. La propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha expresado su profunda preocupación por el aumento de los incidentes y accidentes marítimos que sufren muchos migrantes en el Mar Caribe. Las víctimas pertenecen, en su gran mayoría, a Cuba, Haití y la República Dominicana.

En lo que va de 2014, más de 20 accidentes marítimos en el Mar Caribe, que involucraron a 320 personas, generaron 19 muertes y dejaron un saldo de 12 desaparecidos. De acuerdo con cifras publicadas el mes pasado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), desde el 2010 a la fecha se produjeron 440 incidentes en el Mar Caribe, protagonizados por más de 15.000 personas, 240 de las cuales fallecieron y otras 176 desaparecieron. El episodio más reciente en esa zona ocurrió el pasado 1° de mayo, cuando una pequeña embarcación en la que viajaban 18 haitianos, en procura de llegar a Puerto Rico, naufragó muy cerca de las costas de la República Dominicana. En ese accidente murieron seis personas y pudieron rescatarse a otras 12, en buques de la Armada dominicana.

Detrás de algunos de esos desesperados viajes ilegales aparecen, con alguna frecuencia, los traficantes de personas que, vilmente, venden ilusiones que a veces terminan en tragedias.

Entre 2013 y lo que va de 2014 se han registrado cerca de 150 muertos y desaparecidos en el Caribe, como consecuencia de la angustia de personas sin otra esperanza que escapar de su realidad. En general, se trata de individuos con muy pocos recursos y gran vulnerabilidad, que no vacilan en enfrentar los peligros extremos que los acechan cuando eligen la vía marítima.

El triste fenómeno de los balseros alcanza a distintos lugares del planeta. Es bien conocido el caso de muchas personas que buscan migrar del norte de África hacia Europa, hacinados en precarias embarcaciones, como el de quienes murieron frente a la isla de Lampedusa el año pasado. O el de 62 somalíes y etíopes que buscaban refugiarse en Yemen y perdieron la vida en un reciente naufragio en el Mar Rojo.

Frente a esta larga sucesión de hechos, cobran más vigencia que nunca las palabras del papa Francisco, quien casi un año atrás habló de la «globalización de la indiferencia» y pidió perdón por quienes se han cerrado en el propio bienestar que anestesia sus corazones y por las decisiones en el orden mundial que han creado situaciones que llevan a estos dramas.

 

 

Publicada originalmente en Editorial de La Nación (Argentina), 19 de junio de 2014