Chile: Dos Modelos de Sociedad en Pugna

Tema Público n°1138, Libertad y Desarrollo

 

En una reciente charla, la Consejera de LyD, Lucía Santa Cruz, realizó un análisis del programa de gobierno de Michelle Bachelet desde la perspectiva del cambio que implica en los principios que rigen nuestra sociedad. Sus posturas tuvieron alto impacto en la opinión pública, por lo cual quisimos reproducir el texto en su integridad dado su aporte al debate previo a la segunda vuelta del 15 de diciembre.

«Mario Vargas Llosa escribía hace poco: “Lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años. Por esto lo característico del subdesarrollo es vivir saltando, más hacia atrás que hacia delante, o en el mismo sitio, sin avanzar”.

La pregunta obvia hoy es: ¿Estamos nuevamente frente a la típica elección tercermundista como la define Vargas Llosa? ¿Estamos en un punto de inflexión? ¿Estamos, como sostiene la candidata Bachelet, en el término de un ciclo económico y político? ¿Se trata del fin de la democracia liberal representativa y su reemplazo por formas de democracia directa de tipo plebiscitario y frente a la sustitución de la economía de mercado? ¿Ha llegado el fin del modelo y la implantación del “otro modelo”, hoy día en boga?

Efectivamente esta elección es posiblemente la más importante desde el retorno a la democracia, la que presenta más incertidumbre, no tanto respecto a sus resultados, sino en relación al rumbo posible que tomará el próximo gobierno de la Concertación y del Partido Comunista. Su propuesta -como lo ha proclamado con claridad e insistencia la propia candidata- es más de cambio radical que de continuidad como fueron todas las anteriores.

Todo parece estar en cuestionamiento y discusión, nada de lo existente parece inamovible, y cabe preguntarse: ¿Es viable un país donde nada es inamovible? Los cuestionamientos se refieren a lo fundamental: las discrepancias no son en el margen, como en una democracia desarrollada, sino medulares. De alguna forma estaríamos volviendo a esas raíces tan proclives a la permanente refundación.

 

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