Chile: Caída en productividad de economía chilena

Por Editorial de La Tercera

La Comisión Nacional de Productividad dio a conocer antecedentes preocupantes referidos al incremento en el nivel de productividad total de factores en nuestra economía. En esencia, la productividad, que aportó casi 2,5% de mayor tasa de crecimiento del PIB en los años noventa, prácticamente no ha aportado en los últimos quince años, dejando el crecimiento a merced de las disponibilidades de capital y trabajo. Así, o el país vuelve a estimular el crecimiento de la productividad, o debe resignarse al bajo crecimiento, con sus consecuencias económicas y sociales.

Es importante que de esta preocupación surjan las políticas adecuadas. El enfoque más prometedor, por cierto, es generar las condiciones básicas para que exista una inversión privada pujante. Es esa inversión la que va a incorporar nuevas tecnologías o modalidades de gestión que, porque reducen costos, se reflejarán en mayor productividad. Esas condiciones tienen que ver con la certeza jurídica, la estructura tributaria, la legislación laboral, regulaciones pro competencia, y todas aquellas condiciones de contexto que, sabidamente, movilizan la iniciativa privada. En el progresivo deterioro en nuestra institucionalidad para la inversión se encuentra actualmente el mayor freno para el deseado repunte en el crecimiento de la productividad, y los mayores esfuerzos pro productividad deberían orientarse a superar esta restricción.

Luego, porque un aumento de productividad es siempre una reducción en los costos de lograr un bien o un servicio, es evidente que existen muchos proyectos prometedores en el sector público, donde hay consenso respecto de la baja eficiencia, institucionalidad anticuada, y donde las huelgas ilegales de trabajadores públicos han pasado a ser parte de la normalidad. Esta es, ciertamente, un área prioritaria de trabajo pro productividad.

En cambio, resultaría muy inconveniente centrar la discusión en la popular propuesta de aumentar (y subsidiar) el gasto en Investigación y Desarrollo (I&D), para acercarlo al porcentaje del PIB que se observa en países desarrollados. Los proyectos en I&D van a contribuir al crecimiento solo si son rentables. De otra forma, como cualquier mal negocio, disminuirán la productividad de la economía. Las condiciones para que proyectos en I&D resulten rentables son exigentes: en general, países que tienen una gran capacidad de investigación científica básica en universidades y centros especializados, logran detectar y desarrollar rentablemente proyectos específicos de I&D; cuando esa capacidad científica básica es débil, sin embargo, la investigación aplicada resulta en rentabilidad muy baja o negativa. No es razonable, entonces, pretender saltarse etapas, y suponer que el país va a crecer más porque logra ciertos niveles de gasto en I&D.

Siendo valioso el aporte de una Comisión Nacional de Productividad, tendrá siempre una significación menor si ocurre en el contexto de una estrategia económica equivocada. Por ello, no puede extrañarnos que, en 2016, “el año de la productividad”, ésta pueda caer, como teme la Comisión, cuando el país se adentra cada vez más en un camino de políticas que enervan la inversión privada, y expanden un estado sin eficiencia.
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Publicado originalmente en La Tercera el 20 de enero de 2017.