Allà está sólo como un ejemplo entre muchos, en una larga historia de agresiones a la prensa, el caso del periodista Fernando Balda, el llamado “Snowden ecuatorianoâ€, secuestrado en Colombia por el gobierno de Correa y encarcelado por atentar contra la seguridad nacional al revelar las operaciones de espionaje del gobierno ecuatoriano. Al respecto, existen cada vez más indicios del espionaje a gran escala contra ciudadanos en general y crÃticos en particular que parece realizar el gobierno ecuatoriano, a pesar de negar dicha polÃtica perocomportándose como un gobierno cogido in fraganti, practicando internamente lo que condena afuera.
Reflejando bien su aparente doble moral, Rafael Correa quiere parecer, fuera de Ecuador, un corajudo defensor de la libertad de expresión y los derechos humanos, mientras que en su paÃs promueve “leyes mordaza†contra los medios, amparado en su mayorÃa absoluta en la Asamblea legislativa. AsÃ, su reciente “Ley de Comunicación†convierte a la censura en ley, penaliza sin juicio de por medio la mera labor informativa y el no informar lo que el gobierno quiere que se informe, por lo que ha recibido la crÃtica unánime de organizaciones gremiales y defensoras de los DDHH. De tal manera y en forma independiente, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)han cuestionado puntos especÃficos de la nueva ley, ya promulgada por Correa sin escuchar a sus crÃticos. Dicha ley pone en peligro las libertades de prensa y de expresión en Ecuador, crea delitos tan inverosÃmiles como el de “linchamiento mediáticoâ€, que asegura opacidad e impunidad a las malas acciones de los gobernantes, obliga a los medios a asumir responsabilidades por la opinión de terceros y pone a un superintendente nombrado por el presidente Correa para fiscalizar y sancionar a la prensa que se salga de la lÃnea oficial. Como consecuencia, se empieza ya a producir el cierre de diversos medios en el paÃs sudamericano.
Esa doble faz de Correa fundamenta el que muchos consideren que su respaldo a Assange y Snowden ha sido una cortina de humo para distraer al mundo y al paÃs de los graves atentados contra la libertad de prensa y de los señalamientos de corrupción al gobierno. Una cortina de humo muy cara por lo demás, como evidencian las consecuencias económicas que afrontará Ecuador por la decisión del presidente Correa de renunciar unilateralmente al sistema de preferencias arancelarias de EEUU, a fin de supuestamente no recibir presiones por asilar a Snowden. Sin embargo, según la Cámara de Comercio Ecuatoriana-Norteamericana la preferencia arancelaria a Ecuador, conocida como Atpdea, de cualquier modo no serÃa renovada a Ecuador el próximo 31 de julio, por el consistente récord de malas relaciones con EEUU, lo que pudo empujar a Correa a renunciar a ella antes de sufrir el revés de la no renovación por parte de EEUU. Esto de cualquier modo será muy costoso para Ecuador: La Atpdea habÃa permitido que un total de 835 productos ecuatorianos se beneficiaran de un arancel de cero en EEUU, con exportaciones por un total de 451 millones de dólares anuales, según datos de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexport), y un total de 320 mil puestos de trabajo vinculados a dicho instrumento, según datos del propio gobierno ecuatoriano. La renuncia a la Atpdea arrasará por completo a sectores como el de las flores, el atún y a los productores indÃgenas de brócoli.
Hasta aquÃ, la discrepancia entre lo dicho y lo hecho por Rafael Correa no serÃa muy distinta de la existente en el populismo holgazán de muchÃsimos polÃticos latinoamericanos. Pero me temo que la obsesión de Correa por los medios de comunicación tiene raÃces e implicaciones más complejas y profundas. Por un lado, resulta imposible no referir su interés en los medios a cierto conjunto de ideas de raÃz marxista (tipo Escuela de Frankfurt), que concede a los medios de comunicación el papel de imponer un modelo hegemónico y manipular el proceso histórico de cambio económico; Correa mismo lo ha expresado asà o con parecidas palabras en muchÃsimas ocasiones. Por otro, es factible asociar la práctica del gobierno Correa a unos fundamentos nacional-socialistas, especÃficamente las prácticas de Paul Joseph Goebbels para controlar los medios cuyo papel debÃa ser el de propagar los avisos, necesidades y estrategias del gobierno. Al respecto, Goebbels creÃa que toda información y toda propaganda eran polÃticas (precisamente como lo cree Correa) y que toda propaganda e información debÃa ser planeada, controlada y ejecutada por una sola autoridad (precisamente como lo establece la “Ley de Comunicación†correÃsta). Finalmente, en el ideario de Goebbels sólo se conseguÃan resultados si se dominaban todos los medios de comunicación (tal como pretende la “Ley de Comunicaciónâ€). Al respecto, habrÃa que preguntarse si las lecturas de cabecera de Correa no han sido precisamente las obras de Max Horkheimer o Goebbels, porque su acción de gobierno y sus discursos las traslucen por completo.
Quizá las ideas y prácticas de Correa ni siquiera sean propias o bien, éste no sepa de dónde provienen (aunque ambas suposiciones podrÃan ser improbables, dada la reconocida preparación del presidente ecuatoriano), pero eso no elimina su potencial dañino ni el que su triunfo puede conducir directamente a una tiranÃa que ya creÃamos superada con la caÃda del comunismo soviético o el nazismo alemán. Porque en buena medida, Rafael Correa pareciera un hermano tardÃo y entrañable de Goebbels.
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*Coordinador en México de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad
@victorhbecerra
Publicado originalmente en Wikikeando, el 1 de julio de 2013