Ecuador: Poder absoluto

Por:

Hernán Pérez Loose

En:

El Universo

País:

Columnas

Fecha:

14 de marzo de 2013

La Alemania de los años 30 sufrió un proceso similar. Millones de alemanes fascinados por la recuperación económica de su país, por las nuevas carreteras, escuelas y viviendas votaron una y otra vez, en elecciones y consultas populares, a favor del líder que les había dado todo ello, pero que a cambio de esos beneficios inmediatos les fue arrebatando primero sus libertades y luego sus propiedades.No fue una coincidencia y menos una sorpresa el anuncio que hizo el ganador de las recientes elecciones presidenciales al conocerse los resultados. Dijo que su primera tarea era apurar una reforma constitucional que restrinja la acción de protección constitucional, así como la aprobación del proyecto de ley de comunicación, también conocido como la “ley mordaza”. Es decir, dos medidas que asfixiarán más aún las libertades civiles.

Como ese hay decenas de ejemplos en la historia. Ecuador es ahora uno de ellos. Convertida ahora sí en una perfecta bananita republic, nuestra nación se asimila más a las caribeñas o africanas de los años 50 que a la imagen de una democracia moderna.

Qué puede importarle al supremo dueño del país que la Constitución mande que las reformas a las garantías constitucionales, incluyendo la acción de protección, deben ser aprobadas por una Asamblea Constituyente y no por la Asamblea Nacional, o que la ley mordaza sea una bofetada a los instrumentos internacionales de derechos humanos, si la única ley es su voluntad.

Qué puede importarle que un movimiento con apenas algo más de la mitad de la votación se lleve los dos tercios de la Asamblea –un hecho insólito en el parlamentarismo moderno–, si él está rodeado de gente que se apropia del trabajo intelectual de otros, y si no rechazó que para ganar un juicio se haya corrompido al juez.

Qué puede importarle eso y mucho más si para ello metió mano en la justicia y tiene un organismo electoral que, aparte de traer convenientemente un software de nada menos que de República Dominicana (!) para contar los votos, prefirió mirar al cielo antes que sancionarlo por sus violaciones a las reglas electorales; así como decenas de medios dizque públicos dedicados a adularlo frenéticamente, y que son su modelo de prensa responsable.

Curiosamente mientras el líder alemán de los años 30 ganaba las votaciones con el 99 por ciento de votos, el líder de la bananita republic solo tiene el respaldo del 40 por ciento de los empadronados, contando nulos, blancos, ausentes y sumando la votación de aquellos candidatos que osaron desafiar a todo el Estado que trabajó para él.

Y es que el poder absoluto en la bananita republic no se sustenta realmente en el apoyo ciudadano sino en el miedo de muchos y en la lujuria económica de otros tantos. Miedo y codicia las dos caras de la miseria humana que los dictadores saben cómo sembrar y repartir para tener una larga vida.

 

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(*) Abogado de la Universidad Católica de Guayaquil, con una Maestría en Jurisprudencia Comparada (MCJ) por la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York. Posteriormente obtuvo una Maestría en Derecho por la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard y un doctorado en jurisprudencia (SJD) por la misma universidad.
Publicado orignalmente el El Universo (Ecuador), el 26 de Febrero de 2013