Paraguay: Paraguay: una misión difícil (e inmerecida) para UNASUR

Por:

Emilio J. Cárdenas

En:

Diario Exterior

País:

Columnas

Fecha:

22 de marzo de 2013

Paraguay está ya camino a sus próximas elecciones nacionales presidenciales, las que tendrán lugar el próximo 21 de abril. Todo está en orden. El proceso es claramente normal y el ambiente electoral es (más allá de las pasiones políticas de siempre) de absoluta paz. Como naturalmente era de prever, por cierto.

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El buen gobierno paraguayo que ahora encabeza el médico Francisco Franco gobierna a su país en el referido clima de tranquilidad, con firmeza y apertura a la vez. Conduciendo -dentro de la mayor normalidad- un proceso electoral que es ciertamente muy simple en lo interno, pero que tiene sus complejidades en lo exterior.
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Estas últimas son ciertamente aquellas que se derivan de la absolutamente ilegal suspensión de Paraguay del MERCOSUR y de UNASUR, que fuera en su momento consumada para así brindar a Hugo Chávez el púlpito regional que deseaba y que Paraguay (convencida del deterioro gravísimo de la democracia provocado por Chávez) le negaba. Lo que se justificó explicando a la gente que “lo político tiene prioridad sobre lo jurídico”, insólito reconocimiento que, en América Latina, presuntamente no nos interesa demasiado lo que el mundo, en general, llama “estado de derecho”.
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La suspensión de Paraguay apuntó, además, a tratar de consolidar -dicho sea de paso- el liderazgo brasileño en la región y asimismo el control sustancial del enorme y atractivo mercado de la obra pública venezolana por parte de las grandes empresas constructoras brasileñas, hoy sumamente activas en él, con contratos adjudicados directamente para obras multimillonarias que están en curso de ejecución.
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En el proceso electoral paraguayo están ya actuando misiones electorales de observación de diversos orígenes. Algunas invitadas oficialmente por la administración nacional paraguaya: la de la Organización de Estados Americanos, comandada por Oscar Arias; la de la Unión Europea (ya desplegada) y la del Centro Carter. Otras, en cambio, invitadas sólo por el Tribunal Superior de Justicia Electoral, como es el caso de la de UNASUR, desde que el gobierno nacional paraguayo, ciertamente agraviado por UNASUR, no la invitó, con razón y como cabía presumir que sucedería.
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Habrá que ver como se desempaña finalmente la misión de UNASUR en Paraguay. Porque las misiones de esa organización tienen un pasado teñido intensamente de tremenda parcialidad y hasta, en algún caso, de mendacidad.
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La prueba más evidente de la utilización política de UNASUR fue nada menos que el primer informe emitido por UNASUR. El vinculado con la llamada crisis de Pando, en Bolivia. Su contenido fue de horror. Por su perfil tramposo. Hasta los ciudadanos presuntamente muertos en enfrentamientos armados, descriptos -con nombre y apellido- por el informe, aparecieron luego vivos, desprestigiando así a su autor ideológico, el ahora embajador argentino Rodolfo Mattarollo. Un hombre de la izquierda radical, vinculado en su momento con el movimiento “Todos por la Patria”. Aquel que, en enero de 1989, atacara -sorpresivamente y con suma violencia- durante el gobierno de Raúl Alfonsín, al regimiento militar emplazado en la localidad de La Tablada, cercana a Buenos Aires, provocando decenas de muertos inocentes entre los soldados conscriptos de la unidad militar. Mattarollo fue designado funcionario a cargo de Derechos Humanos por el gobierno de Néstor Kirchner, en un todo de acuerdo con el auténtico disfraz de defensora de esos derechos intensamente utilizado por esa administración.
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Por su juventud, UNASUR ha realizado hasta ahora dos misiones electorales de observación. Primero la de la reciente elección venezolana. Luego la de la reelección última de Rafael Correa, en Ecuador. Y ahora se apresta a concurrir a la elección paraguaya con una misión encabezada por el también izquierdista ex Jefe de Gabinete del presidente Ollanta Humala: Salomón Lerner.
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Esta última misión, que aún no ha sido desplegada, ya ha comenzado a generar cacareos con el objeto de desprestigiar al proceso paraguayo, sugiriendo -con inaceptable tono paternalista- a los candidatos paraguayos nada menos que bajar la “agresividad en el verbo”, sugerencia que obviamente jamás se hizo al campeón mundial de la “agresividad en el verbo”: Hugo Chávez, gran maestro en el bajo arte de descalificar al adversario, del modo que fuere y sin reconocer para ello fronteras de ningún tipo.
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Cabe agregar que la temprana sugerencia de UNASUR apunta ciertamente a los dos principales candidatos del proceso electoral paraguayo: Efaín Alegra y Horacio Cartes. A los que UNASUR ciertamente no teme perjudicar. Recordemos que el “Frente Guasú” -del ex presidente Fernando Lugo- no mide siquiera el 5% de la intención de voto. Al menos, por ahora.
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La misión electoral de UNSASUR a Paraguay tendrá aparentemente 44 personas. Será entonces algo menos nutrida que la enviada recientemente a Ecuador (51 personas) que -curiosa, pero no sorpresivamente- terminó aplaudiendo abiertamente -en su informe post electoral, nunca difundido íntegramente al público- a Rafael Correa.
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El jefe de misión a Ecuador fue Carlos (“Chacho”) Álvarez, el eterno secretario general de los desteñidos MERCOSUR y ALADI. Por la Argentina concurrió a Ecuador -como cabeza de delegación- el diplomático Alejandro Daneri (un ex secretario íntimo del presidente Carlos Menem), comandando a tres expertos del Correo Oficial. Ecuador, cabe advertir, no invitó a una misión de la Unión Europea, presuntamente “por principios y dignidad”, según palabras difusas del presidente del Consejo Nacional Electoral de Ecuador, Domingo Paredes. Notable.
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En un proceso electoral como el de Ecuador en el que la oposición actuó con las manos absolutamente atadas y con vendas en la boca y en la que el oficialismo utilizó -sin la menor vergüenza- todos los recursos del Estado, UNASUR recomendó (sólo para el futuro, no vaya a ser que se interprete como crítica a la reciente elección) “ofrecer equidad” a todos los participantes. Particularmente en un proceso que se tilda de inusual, como es aquel en el que se procura la reelección de un mandatario que está en el gobierno.
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Esa tibia referencia elíptica tiene supuestamente que ver con la desigualdad grosera en el uso de los medios de comunicación masiva entre Rafael Correa y los demás. Correa hasta utilizó los canales de televisión incautados por él para desprestigiar -con insufribles y arteros videos- a todos y cada uno de sus rivales, sin límite de tiempo alguno.
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Para tratar de explicar -más o menos disimuladamente- lo sucedido, el Canciller Rocagliolo explicó que “en la región existe cierto nivel de desconfianza respecto de la democracia”, una manera de confirmar lo que todos sabemos, esto es que hay algunos gobiernos que son autoritarios, pero actúan disfrazados (mal) de demócratas, que no engañan ya a nadie.
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Para UNASUR, el informe sobre el reciente proceso electoral en Ecuador, es una nueva frustración para la gente, por las obvias cortinas de humo desplegadas. Por su parte, el desafío de la elección que se aproxima en Paraguay es complejo y, para peor, como ha quedado visto, UNASUR ha comenzado a intentar empezar a caminar en él “con el pié izquierdo”. Lo que, más allá de sus inclinaciones políticas, quiere decir: mal.
*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
Publicado originalmente en Diario Exterior, el 11 de marzo de 2013