Venezuela: LOS ESCENARIOS ELECTORALES

Por:

Antonio Sánchez García

En:

País:

Columnas

Fecha:

15 de septiembre de 2010

 

Antonio Sánchez García (*)

15 de septiembre de 2010

¿Permitirá el presidente de la república un sacudimiento telúrico que echa por la borda todas sus certidumbres y prepara la gran paliza electoral del futuro? ¿Se enfrentará con los medios que ha utilizado en el pasado a lo que ahora podría convertirse en un tsunami electoral de proporciones homéricas? No depende del régimen. Depende de nosotros. Lo importante es preguntárselo, adelantar respuestas y estar preparados. Va siendo hora.

Los conformistas andan felices porque, aseguran, tendrán alrededor de cuarenta diputados en la asamblea. Parten de una fórmula matemática propia de los que llevan una vida encadenados y les sueltan algunos eslabones. Siguen igual de encadenados, pero «un poquito menos». La fórmula es de una simpleza aterradora: pasar de cero a cuarenta es igual a conquistar el infinito.

Ese es el primer escenario. El mandado a hacer por el régimen y el que sueñan con imponer los asesores cubanos del CNE. Si se lo acompaña de una votación opositora de entre el 30 y el 35%, la jugada sale perfecta. La democracia puede dormir el sueño de los justos. Chávez puede mandar a atornillar el sillón de Miraflores. El suspiro de los Castros se escuchará en Santa Elena del Guairén. No se morirán de hambre por un tiempo relativamente prudente. Pueden seguir chupando de las ubres venezolanas hasta que los socialistas españoles les abran las puertas de la Comunidad Europea y Obama les levante el embargo.

El segundo escenario es un poquito más complejo: unos cincuenta o pocos más curules y una cantidad de votos de entre cuarenta y cuarenta y cinco por ciento. Satisface plenamente a buena parte de esa oposición light, que afirma que no hay mal que dure cien años, por lo tanto tiene serias esperanzas de que a mediados de siglo nos estaremos sacudiendo el lastre y asomándonos al fin de la pesadilla. A este escenario se apunta una buena parte de la dirigencia opositora y muchísimo columnista de proveniencia izquierdosa.

No es plenamente del gusto del castro chavismo, porque deja algunos cabos sueltos, pero promete consolidar el poder con un triunfo en las presidenciales. Chávez puede prepararse a gobernar otra década y llegar al 2020, su sueño dorado. Con ciertas liberalidades de las que anda buscando Raúl Castro. Alguito de propiedad privada y un poquito de disidencia. La libertad puede reposar en el congelador.

El último de los escenarios es el que parece más probable, ha encendido las alarmas del PSUV y tiene aterrados a los cubanos, tiritando al presidente y sufriendo de sobresaltos a quienes se ven, además, sometidos a la vorágine de la pava ciriaca que parece haberse desencadenado sobre la Venezuela de los coroneles. Y que lleva una veintena de muertes, un grave accidente aéreo, la desaparición de capitostes del gobierno y a punto de tránsito hacia la otra vida a otros, de cuyos nombres no es elegante acordarse. Ese escenario espera una base mínima de setenta diputados para la oposición y el cincuenta o más por ciento de votantes antichavistas.

El PSUV lo pronostica a su manera en un informe confidencial que divide a los Estados en tres grupos: de alto, de medio y de bajo riesgo. Los de alto riesgo – en los que cabe esperar un éxito rotundo de la oposición – son, en orden decreciente: Táchira, Miranda, Zulia, Nueva Esparta, Distrito Capital, Carabobo, Mérida, Lara y Anzoátegui. Como se podrá observar, son los Estados con mayores concentraciones urbanas y más alta cantidad de votantes del país. Los de mediano riesgo, vale decir, aquellos en que la cosa podría ponérseles color de hormiga si no aprietan todas sus tuercas, son : Aragua, Bolívar, Vargas, Falcón y Monagas. Y finalmente, aquellos que sienten asegurados y cuyas mayorías consideran tener en el bolsillo son Guárico, Barinas, Yaracuy, Amazonas, Sucre, Portuguesa, Cojedes, Delta Amacuro, Apure y Trujillo. Diez Estados considerados rojo-rojitos.

Según este análisis, el pronóstico de los setenta o más parlamentarios opositores suena absolutamente plausible y la mayoría en votos para la oposición nada de descabellada. Dado que la lucha será encarnizada y la cantidad de circuitos inmensa, resulta aventurado consolidar pronósticos. Y aunque el ambiente que se respira allá abajo, entre la gente, tanto en la capital de la república y las grandes ciudades del país como en pueblos y aldeas del interior, da más que suficientes razones para apostar a este último escenario, queda la gran incógnita: ¿aceptará el régimen su primera y gran derrota electoral? ¿Permitirá el presidente de la república un sacudimiento telúrico que echa por la borda todas las certidumbres chavistas y prepara la gran paliza electoral del futuro? ¿Se opondrá por los medios que ha utilizado en el pasado para mantenerse en el cargo, incluyendo un descomunal fraude, ante lo que podría ser un tsunami electoral de proporciones históricas?

No depende del régimen. Depende de nosotros. Lo importante es preguntárselo, adelantar respuestas y estar preparados. Va siendo hora.

 

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(*) Historiador y filósofo de la Universidad de Chile y en la Universidad Libre de Berlín Occidental