Venezuela: Elecciones presidenciales en Venezuela: en la cuenta descendente

Por:

Emilio J. Cárdenas

En:

Diario Exterior

País:

Columnas

Fecha:

8 de abril de 2013
Apenas iniciada oficialmente la corta campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo 14 de abril, las noticias no son demasiado buenas para el oficialismo. El «chavismo sin Chávez» ha estado aparentemente perdiendo parte de la ventaja que tenía hasta no hace muchos días.
En obvia contrapartida, la oposición parece haber crecido en la intención de voto de los encuestados.
En efecto, si los resultados electorales del mes de octubre del año pasado permitieron entonces a Hugo Chávez derrotar a la oposición unificada por un 10,7%, hoy ese margen sería ahora  bastante menor: apenas unos ocho puntos.
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Todavía amplio, a favor de Nicolás Maduro. Pero la tendencia ahora le juega en contra. Esto ha sido confirmado por una encuesta reciente de “Datin Corp.” encargada por el propio “chavismo sin Chávez”, según sostiene el conservador diario español “ABC”.
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El “Partido Socialista Unido de Venezuela”, liderado por Nicolás Maduro, tiene hoy un 45% de intención de voto. Lo que lo pone por debajo del 50% por primera vez desde la muerte de Hugo Chávez. Henrique Capriles, cuya popularidad está en ascenso, tiene una intención de voto del 37%. Hay todavía un 11% de indecisos y un 7% que ya manifiesta que no irá a depositar su voto.
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Esto proyecta algún nerviosismo a las filas del oficialismo. Si la encuesta está en lo correcto (y en Venezuela esto no es fácil de asegurar), ya no habría tanta diferencia entre ambos candidatos. Ocurre que Maduro no termina de generar la confianza en la gente de la que gozaba Chávez entre los suyos. Quizás porque se acaba de hacer público que es bastante más que un “simple colectivero o camionero devenido sindicalista”, como pretendía. Desde que ahora se sabe -con certeza- que, en su juventud, hizo estudios de ciencia política en la Cuba comunista. Y que, desde entonces, integró sus cuadros, lo que explica el amplio e incondicional endoso que Maduro ha recibido inmediatamente del régimen castrista.
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Por lo demás, su gestión de la información cuando la enfermedad terminal de Hugo Chávez es reprobada por los venezolanos, que se saben engañados. Un 64% de ellos manifiesta claramente que “no fue informado correctamente” (como hubiera deseado) sobre el estado de la salud del ex presidente.
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A estar a los datos antes mencionados, Henrique Capriles sigue siendo un rival de cuidado. En sus distintas apariciones públicas, su enorme popularidad es llamativa y evidente. El lunes pasado, cuando participó en una caminata contra la inseguridad, las calles se llenaron de inmediato de gente que lo aplaudía. Ocurrió en Altamira, en el Gran Caracas.
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Capriles, candidato y Gobernador del estado de Miranda, apareció como le gusta: trotando enérgicamente. Con un paso difícil de seguir. Pero allí estaba, rodeado de una multitud harta de la violencia, tema angustiante que se ha transformado en el “caballito de batalla” electoral de Capriles. Al que Maduro responde que no hay tal cosa como inseguridad en Venezuela. Con su “relato” entonces. Lejos de la verdad, por cierto. La audacia de Maduro es conocida. Un buen ejemplo de ella fue su intento, en plena palacio de gobierno de Asunción, Paraguay, de insubordinar a las fuerzas armadas de el país que visitaba, cuando la destitución del ex presidente Fernando Lugo, por parte de los demás poderes de gobierno del Paraguay.
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Venezuela, pese a todo, irá pronto a las urnas. Para, entre otras cosas, elegir allí entre la vida y la muerte, como suele decir Capriles. Guste o no, así será.
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Ya hay marchas masivas con fines electorales. Como aquella contra la inseguridad en la que -de pronto y sin custodios- apareció Capriles se están organizando en otras 19 ciudades de Venezuela. Y la convocatoria es fuerte. Y nada es casual. El año pasado solamente, hubo más de 16.000 homicidios en el país caribeño. Casi 44 por día. Casi 2 por hora. Casi uno cada media hora. De horror.
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Caracas es, por ello, la tercera ciudad más violenta del mundo. Superada sólo por San Pedro Sula (en Honduras, capital mundial de las violentas “maras”) y por Acapulco (en México, como consecuencia del tráfico de drogas).
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La elección que se aproxima es ya tremendamente despareja en términos de propaganda. Desequilibrada. Groseramente torcida en favor de Nicolás Maduro. Desde que se inscribieron ambos candidatos, Maduro, el llamado “presidente encargado” sin que haya norma legal alguna que hubiera confirmado ese título, gozó de nada menos que 46 horas de “aire” (esto es, de 2.760 minutos) sólo en  el canal oficial de televisión. Capriles, de apenas un minuto. Apenas eso. Nada, entonces.
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Capriles se apresta ahora a denunciar formalmente ante el Consejo Nacional Electoral (dominado por el “chavismo”) un supuesto plan militar, en función del cual los militares de su país transportarán a los votantes “chavistas” a las urnas el próximo 14 de abril, lo cual, de concretarse, supondría una abierta y flagrante violación a la posición de neutralidad política que les asigna expresamente la Constitución venezolana.
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Mientras tanto, hay versiones que hablan de un pretendido “Plan Stalin” para desconocer los resultados de las urnas si éstos fueran desfavorables para el oficialismo.
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La marcha hacia el 14 de abril ha comenzado. Como se presumía, no será seguramente una elección limpia, desde que el oficialismo goza de todas las ventajas del poder y las está utilizando mientras cercena las posibilidades de que el mensaje de Henrique Capriles se difunda más allá del “boca a boca” que suponen los actos masivos y el “puerta a puerta”, para el cual la juventud universitaria parece haberse volcado a favor de Capriles. Como cuando el referendo constitucional en su momento propuesto por Chávez fuera claramente derrotado por el pueblo venezolano, en gran medida por la oposición de la juventud al mismo.
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* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
Publicado originalmente en Diario Exterior, el 4 de abril de 2013