Por: Carlos Sabino
El próximo 6 de septiembre, si no ocurre antes nada anormal, se llevarán a cabo elecciones en Guatemala, para escoger al próximo presidente. El panorama parecÃa bastante claro hasta que, hace cosa de tres meses, estallaron sucesivos escándalos de corrupción que han cambiado por completo el panorama polÃtico: la vicepresidenta tuvo que renunciar, el candidato del partido de Gobierno se retiró de la contienda, y son muchos los acusados que hay entre las altas esferas del Gobierno, como diputados, alcaldes y candidatos de todo rango. Es más, la ciudadanÃa parece ahora atenta, despierta, dispuesta a perseguir los actos de corrupción con un sentido de vigilancia cÃvica que no se veÃa desde hace décadas en el paÃs.
Hasta abril, punteaba las encuestas Manuel Baldizón, con un cómodo 43%. Es un personaje que realizaba una intensa campaña, de gastos millonarios, que incluÃa entregas de dinero a la población más pobre, promesas desmesuradas y un estilo, sin duda, prepotente, que pasaba por alto elementales normas éticas. Baldizón habÃa logrado obtener un doctorado, con una tesis que era una simple copia de escritos de internet, habÃa plagiado un libro, y se consideraba ya casi el presidente.
Pero ahora la situación ha cambiado, y existe una fuerte campaña, en las redes sociales, que adversa francamente a este candidato populista. Baldizón se ha replegado, y las enormes manifestaciones que habÃa programado hacer —con gente acarreada y pagada para asistir— fueron suspendidas, ante el repudio generalizado que surgió. Se supone que su popularidad es ahora menor a 25%.
Otra fuerte candidata, Sandra Torres, exesposa del presidente Ãlvaro Colom, también tiene una orientación francamente populista, aunque menos vocinglera que la de Baldizón. Torres se divorció para tratar de postularse, sin éxito, en las pasadas elecciones, y pretende ahora ampliar la polÃtica de dádivas y regalos masivos que efectuó cuando era “primera dama†del Gobierno anterior. Su popularidad, también, parece haber disminuido.
El Partido Patriota, actualmente en el poder, ha elegido un candidato que no ha logrado superar el intenso desprestigio que rodea a esa organización, debido a que una inmensa mayorÃa la percibe como una red dedicada a la corrupción. Mario David GarcÃa, un conocido periodista, ha hecho el ridÃculo en varias ocasiones, y no despierta en el electorado el menor interés, pues se considera que aceptó la candidatura a cambio de dinero, y ofrece además, un mensaje confuso y contradictorio.
Frente a estas tres desprestigiadas alternativas, aparecen otros once candidatos que, en principio, se disputan el favor de la importante fracción del electorado, que desea poner punto final a la corrupción, y que rechaza toda forma de populismo. No se ha publicado en el paÃs —y esto es realmente insólito— ninguna encuesta medianamente confiable, por lo que resulta muy difÃcil evaluar el estado actual de las preferencias hacia los presidenciables, pero hay algunos que podrÃan enfrentar con éxito a la demagogia de Baldizón y de Torres.
Uno de ellos es Jimmy Morales, un hombre sin ideologÃa definida, que atrae a una parte de los votantes, porque aparece como una figura nueva, no contaminada por los vicios de lo que llaman “la clase polÃticaâ€. Morales es un comediante, y no parece contar con antecedentes medianamente sólidos, pero en todo caso, no puede ser descartado, porque puede favorecerlo la reacción emotiva de una ciudadanÃa que rechaza a los polÃticos tradicionales.
Roberto González aparece, por ahora, como el favorito del sector de la ciudadanÃa que lucha por un Gobierno responsable, el control de los gastos del Estado, el combate a la delincuencia, y el crecimiento económico basado en la economÃa de mercado. “Canelaâ€, como le dicen, es visto como un hombre serio, que ofrece un mensaje coherente y se aparta con nitidez del estilo demagógico.
Tampoco pueden descartarse Zury RÃos, como abanderada de una reacción contraria al populismo de la mayorÃa de los partidos, y tal vez Alejandro Giammattei, o alguno de los candidatos menos conocidos. Zury RÃos, hija del expresidente EfraÃn RÃos Montt, ha tenido dificultades para inscribirse, aunque reúne el apoyo de un núcleo de simpatizantes que valoran su formación y la claridad de su mensaje. Giammattei, un exdirector del sistema penitenciario, también ofrece un mensaje serio y constructivo, aunque todo indica que quedará bastante rezagado.
Aunque la campaña, hasta ahora, no ha tocado casi los temas económicos, la trayectoria de estos tres candidatos los inclina a respetar y ampliar la economÃa de mercado, para cambiar el estilo de los últimos Gobiernos.
Pero nada está claro en estos momentos, en que siguen los procesos por corrupción y variados intereses presionan en uno u otro sentido. Lo único seguro es que el nuevo presidente, quien quiera que sea, tendrá que cuidar mucho el modo en que administra los dineros públicos, pues existe ahora una ciudadanÃa que no aceptará pasivamente, como antes, el dispendio y la corrupción.
Fuente: Panampost