Por Rafael RodrÃguez
El perÃodo de las vacaciones ha terminado; un perÃodo de descanso necesario y en el que hay más tiempo para dejarse llevar más por las emociones, estar con la familia, hacer actividades entretenidas, pero también para pensar al azar, reflexionar temas no resueltos y sobre la vida en general. Dentro de mis divagaciones, en forma recurrente aparecÃa el tema de la intolerancia que veo crecer en nuestro paÃs. Soy lector frecuente de varios medios, y he visto una exacerbación de la intolerancia en la forma de tÃtulos ofensivos, reportajes odiosos, burlas de personas y situaciones complicadas para los demás. Lo increÃble es que todo se justifica; los humoristas más ordinarios justifican sus rutinas en que asà se habla en las casas, los reportajes odiosos en la necesidad de sacar los trapos al sol, las burlas en que hay que tomarse la vida en forma divertida. Otros son directamente para ridiculizar al prójimo, para cuestionar su credibilidad, para derribar a los polÃticos de su pedestal.
Este material se convierte en bencina para los blogs, donde se desata una verdadera guerra verbal con descalificaciones que van desde facho hasta comunacho, desde racista hasta resentido, desde vende patria hasta xenófobo.
AsÃ, la violencia en La AraucanÃa ha empezado a ser parte del paisaje y se justifica en que los mapuches fueron arrasados en sus derechos por los colonialistas; que se evada el pago de un 35% del Transantiago, se entiende por la injusticia de la desigualdad del ingreso y las bajas remuneraciones; tirarle una piedra en los tribunales a un empresario parece un evento anecdótico, total los poderosos han sido abusadores; los sindicatos pueden poner de rodillas a la empresa para negociar mejores condiciones salariales.
En fin, la evidencia muestra que la violencia se ha ido legitimando como una forma de conseguir lo que cualquier grupo considera justo según su parecer, con diferentes razones y justificaciones, y lo preocupante es que se ha ido haciendo normal en nuestro paÃs.
Esto está creciendo, las fuerzas de orden están reprimidas y cada cierto tiempo se destacan algunos escándalos de su autorÃa para contenerlos más. Ya no son carabineros, son «pacos», pero no en forma coloquial sino que despectiva. Por ejemplo, «Pacogate» o «El perro mata pacos», son el tipo de tÃtulos que se ve con bastante frecuencia.
Cada una de esas expresiones odiosas a varios les parecen divertidas, pero a la larga van dañando un activo fundamental que es la buena voluntad entre nosotros. ¿Quién se atreve a presentarse a un cargo público con ese nivel de odiosidad?
A Sebastián Piñera le están dando como bombo en fiesta, a los empresarios también, a los polÃticos en general, a los carabineros, a las fuerzas armadas, en fin, nadie se salva.
La pregunta es ¿quién se beneficia con todo este clima? No sé con exactitud la respuesta, pero sà tengo claro que como paÃs nos está haciendo muy mal y que hay que parar.
No se trata de condonar malos comportamientos, pero sà de tratarse con respeto, aún en esos eventuales casos. Somos todos compatriotas para bien o para mal.
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Publicado originalmente en Diario Financiero (Chile), 7 de marzo de 2017.