Por: Rafael Castellanos
El discurso llamado el Estado de la Nación es una tradición en muchos paÃses, en algunos establecido en la Constitución, por el cual el presidente informa cada año al congreso y a los ciudadanos sobre el estado del paÃs y también lo utilizan para presentar sus propuestas legislativas y temas extraordinarios paÃses como en Luxemburgo, Filipinas, Sudáfrica, Reino Unido, Holanda y muchos más.
En Estados Unidos cambia el tÃtulo: le llaman Estado de la Unión y es el discurso presidencial más importante del año, marco referencia del año anterior y lo que prepara el Ejecutivo a futuro. En Estados Unidos invitan a las primeras filas a los jefes de las principales ramas de las Fuerzas Armadas, los jueces de la Corte Suprema y miembros del Gabinete. Los miembros de la Corte Suprema nunca aplauden, pues se estima que la rama judicial del gobierno federal tiene que ser imparcial, la independencia de poderes.
Los jefes del Estado Mayor solo aplauden cuando se trata de temas relacionados con lo militar o relaciones exteriores y la sala entera aplaude a la figura del presidente cuando entra, no a la persona en sÃ, pues ni siquiera llega a mencionarse su nombre, solo se dice señor presidente.
Lo que hacen otros es pertinente para preguntarnos si estamos en sintonÃa con el mundo y con cuáles paÃses y de que el presidente rinde cuenta a la Asamblea, lo ceremonial, la figura del presidente, contenido del discurso y las posiciones de quienes están en la sala. No hablo solo del actual presidente sino del pasado también la respuesta del público. La respuesta es no, generalmente los presidentes dan discursos polÃticos, hacen propaganda, exageran los logros y no dicen los problemas como son. Puede ser que en otros paÃses también suceda lo mismo.
Si a este dÃa se le pidiera al presidente dar un discurso del estado de la nación, tendrÃa que reconocer la crisis económica y la locura delincuencial que estamos viviendo y en la cual no se ve mejora, aunque hay esperanzas de que la ejecución del Plan El Salvador Seguro puede mejorar la situación.
TendrÃa que reconocer que uno de los problemas mayores que enfrentamos es la colisión con los principios democráticos en que estamos entrando. Su óptica no coincide con la de la mayorÃa en cuanto al respeto a las sentencias de la Sala de lo Constitucional. No debió acusarlos de ser culpables de la violencia por un fallo en que en el único criterio legal, el de la sala, se violó la Constitución, no es la altura y el respeto a las leyes, que esperamos del presidente. Le quedan varios años y queremos tener fe y apoyarlo.
Obedecer la Constitución es obligación de todos, la Asamblea no está excluida, y si la incumplió, hay muchas formas de arreglar el tema de seguridad pronto y legalmente. Una de ellas es negociar con quienes tienen los votos diferentes para préstamos. Adicionalmente no debe permitir que su partido ofenda a los paÃses cooperantes como Alemania por hablar claro. Debiera referirse a la situación irregular de los juicios polÃticos promovidos desde la presidencia anterior y continuados en su mandato especÃficamente el caso de CEL-Enel en el que a todas luces los exfuncionarios enjuiciados indebidamente fueran reconocidos como tal.
La ciudadanÃa quisiera escuchar de boca del presidente que no estamos entrando como una calca del estilo de los gobiernos sudamericanos del Socialismo del Siglo XXI Kirchner, Correa, Maduro, en que el juicio polÃtico es una herramienta para callar la crÃtica o para perseguir a la oposición. El paÃs entero quiere creer eso y le gustarÃa escucharlo del presidente.
Le quedan varios años por delante, presidente. Los problemas que enfrentamos son inmensos y no los puede resolver solo el Estado. Necesita de la población que reacciona positivamente sus invitaciones de diálogo con resultados.
Fuente: La Prensa GráficaÂ