Lejos de descomprimirse, el tenso cuadro polÃtico, económico y social que desde hace meses oprime el dÃa a dÃa de los venezolanos sólo está dando señales de agravamiento, las que prometen un desenlace incierto.
En efecto, acorralado por la ciudadanÃa y las circunstancias y con un ambiente internacional que ha perdido definitivamente la paciencia con su reguero de abusos y trasgresiones, el gobierno de Nicolás Maduro no sólo está dando manotazos que afectan gravemente los derechos humanos y las libertades, sino que además ha terminado por hacer un reconocimiento formal del aislamiento en que se encuentra, con el desfachatado anuncio de retirarse de la Organización de Estados Americanos (OEA), el cual, de concretarse, serÃa el primer caso de abandono voluntario del organismo continental.
Maduro y su séquito de jerarcas del chavismo parecen no saber ya a qué echar mano para refrenar la prolongada decadencia y agonÃa en que está sumida la otrora próspera economÃa, y que hoy es vÃctima de una conducción atiborrada de abusos y amenazas a la convivencia.
La situación en que parece estar atrapada la nación caribeña es equivalente a una bomba de tiempo presta a estallar, y que ya progresa por un derrotero que comienza a teñirse de sangre.
Es precisamente en estas situaciones cuando las naciones comprometidas con los principios democráticos y la paz deben reforzar los llamados a la cordura y, por qué no, las legÃtimas acciones que permitan una salida pacÃfica a la dramática situación en que se encuentra ese paÃs, al cual, ya como están las cosas, le tomará años salir del atolladero.
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Publicado originalmente en Diario Financiero (Chile), el 28 de abril de 2017