Ecuador: Correa y el dogma Montaigne

Por:

Oswaldo Toscano

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País:

Columnas

Fecha:

5 de octubre de 2015

Por: Oswaldo Toscano

Hace poco descubrí un pequeño negocio de libros usados en la ciudad de Quito. En este pletórico reducto de libre mercado encontré la famosa colección de escritos de Michel de Montaigne. Tres tomos, un poco más de novecientas hojas torturadas por el aire y la luz del sol.

Encuadernación cartoné de color azul, marcado con letras doradas “Montaigne” en el lomo. El autor, filósofo, escritor, fundador del estilo literario conocido como ensayo. Montaigne, vivió en Francia en el siglo XVI. Poseedor de una pluma versátil explora varios temas. Desde la espectacular hazaña de aquellas mujeres en Lombardia que salvaron a todos del asedio del emperador Conrado III, cargando sobre sus hombros a hombres, niños e incluso al mismo duque de Baviera, hasta un ensayo orgiástico titulado “De la experiencia“.

El ensayo número XXI, en el orden de esta edición, lleva por título “De cómo el provecho de uno va en daño del otro“. En esencia, el ensayo de apenas doscientas treinta y siete palabras asume que toda ganancia supone, invariablemente, un perjuicio para otro; que nadie prospera si no es a costa ajena. De ahí germina la idea de que la riqueza de alguien proviene de la pobreza de alguien más.

La semilla ha brotado de tal forma, que economistas, políticos, profesores, activistas, etc; sobre todo aquellos hominem unius libri, consideran que el libre mercado es un juego de suma cero, que unos ganan a costa de otros. Bajo ese paradigma se construyó el relato marxista que es usado para justificar la intervención estatal sobre las sociedades.

¿La riqueza de unos pocos se explica por la pobreza de otros?

Ludwig Von Mises bautizó a esta idea como «Dogma Montaigne» en su obra magna, La Acción Humana. Para Mises, en una sociedad de libre mercado, lo que produce beneficios para una persona es justamente aliviar o eliminar las causas de insatisfacción de los demás.

Hace poco Bloomberg publicó la noticia de que Apple vendió trece millones de Iphones en una semana. Los beneficios serán substanciosos. ¿Eso nos vuelve más pobres a los demás? Definitivamente no.

Es decir, si existe libertad de intercambio, ambas partes se benefician. El consumidor valora más lo que va a recibir que lo que tiene que entregar y viceversa. Si no existe coacción de parte de ninguno, el intercambio no es un juego de suma cero, ambos ganan. Justamente por ese motivo, en un mundo de recursos escasos, un sólido tejido empresarial es el origen de la riqueza.

¿Por qué entonces la pobreza en algunos países? Básicamente, porque viven gobernados por regímenes que limitan o incluso impiden la creación de riqueza. Con instituciones que vulneran el respeto a la propiedad privada y dificultan la libre contratación entre particulares se elimina el incentivo para crear sistemas empresariales generadores de bienes y servicios.

Sin embargo, sí existe una condición en la cual el planteamiento de Montaigne se cumple: cuando alguien obtiene privilegios y puede coaccionar al resto para su propio beneficio.

Empresarios que presionan para obtener ventajas. Hacen lobby para lograr legislación favorable a sus intereses. Buscan proteccionismo. Obtienen beneficios contractuales que se alcanzan, muchas veces, con el pago de sobornos, etc.

Todas estas acciones se profundizan en sociedades altamente intervenidas por los Gobiernos. Ahí si ganan los empresarios y políticos involucrados a costa de los consumidores, quienes se ven obligados a consumir bienes y servicios que no valoran; y a costa de los contribuyentes, que se ven obligados a pagar impuestos excesivos.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, estuvo en la ONU y apuntó a la necesidad de “redistribuir la riqueza” y eliminar “formas ilegítimas de acumulación”. Su discurso olvida que la riqueza es toda fuente que permita rentas futuras y obtener rentas requiere de la perspicacia de saber dar uso adecuado a los recursos escasos. En otras palabras, requiere de empresarialidad. Por lo que quitar arbitrariamiente recursos a unos para dar a otros solo produce más escasez y pobreza.

Por otro lado, cuando habla de “formas ilegítimas de acumulación” olvida mencionar a los grupos empresariales que se benefician del proteccionismo o amiguismo de Estados interventores, como es el caso de Ecuador.

Por lo visto el, “Dogma Montaigne” sigue moviendo los molinos de las ideas colectivistas tal como si fuera un burro de noria.

Fuente: Panampost