Bolivia: Control de precios: El peligroso juego con las expectativas

Por:

Luis E. Gonzales C.

En:

http://faroteilumina.blogspot.com/

País:

Bolivia

Fecha:

16 de enero de 2011

El presidente Lincoln define una de las frases más ciertas al momento de hablar de expectativas económicas «Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo, a todo el pueblo parte del tiempo, pero no puedes engañar a todo el pueblo todo el tiempo». La economía boliviana está seriamente convulsionada. Las distorsiones sectoriales de precios, la expansión «no programada» del gasto y la debilidad institucional no hacen más que armar el juego más peligroso para la población más pobre: jugar con las expectativas.

Para no seguir con el juego, voy a definir en palabras sencillas los tipos de expectativas que la economía trata de representar en modelos económicos.

La teoría económica, como ciencia social, encuentra al momento de hablar de expectativas dos grandes vertientes: las expectativas racionales y las adaptativas.

Las expectativas racionales se definen en esencia como las expectativas acertadas que los ciudadanos de un país tienen a futuro o, desde otro punto de vista, las expectativas de los ciudadanos no son sistemáticamente incorrectas. Por tanto, solo un evento aleatorio – o de azar – podría provocar un error en las expectativas formadas.

Por el otro lado, si la formación de las expectativas por parte de los ciudadanos se basan o adaptan teniendo en cuenta los acontecimientos pasados ocurridos en un determinado ambiente; las expectativas serán adaptativas. La memoria es la que determina el futuro.

Para ejemplificar un poco estos dos conceptos se podría decir que ante un incremento generalizado de precios (inflación) los ciudadanos, racionalmente, ajustan sus niveles de salarios a este incremento, al igual que los vendedores ajustan los precios de los productos. Así, un ejemplo práctico de expectativas adaptativas lo encontramos en el mismo fenómeno inflacionario: Las personas adaptarían sus decisiones en función al pasado más reciente. En Estados Unidos, después de las severas crisis económicas de 1929 y la reciente de 2009, acomodaría sus esfuerzos por incrementar el producto y el empleo, en cambio una economía como la alemana con experiencia de un proceso inflacionario tan grande como el que vivió a mediados del siglo XX probablemente oriente sus decisiones a cuidar la inflación.

No podría afirmar que las expectativas de los bolivianos son de una u otra vertiente, pese a que a lo largo de nuestra historia económica hemos tenido crisis de empleo y hemos batido records de hiperinflación, sin embargo puedo afirmar categóricamente que no hay mejor que cada ciudadano para conocer su propia realidad económica.

Uno de los hechos más paradójicos de los acontecimientos de las últimas semanas fue presenciar la reacción desesperada de la empresa estatal, que «apoya» y «abastece» de alimentos a la población, al evidente incremento en los precios de los productos básicos publicando precios superiores en promedio al 12% de los registrados en el mercado, marcando de esta manera la tendencia para incrementar los precios en los productos.

Pretender controlar los precios en el mercado genera más especulación y la aparición de mercados negros donde los más perjudicados son los más pobres; quienes no tienen recursos para aguantar este proceso perverso que no conoce de razones y vive ya sea en el socialismo, capitalismo. En cualquier «ismo» o estructura aproximada.

Es muy probable que ante un «gasolinazo» y por consecuencia un temido desabastecimiento en los mercados, la memoria nos transporte 25 años atrás cuando las filas para adquirir productos básicos eran interminables adaptando nuestras expectativas futuras a comportamientos del pasado. Entonces, también, es comprensible que se busque una manera de preservar el poder adquisitivo del dinero y se opte por cambiar de activos, recurriendo a activos en moneda extranjera (dólares); causando un incremento pronunciado en el retiro de depósitos del sistema financiero.

No acabado el problema, se propone expansiones del gasto no programados aumentando en más del 50% bonos y subsidios. De igual manera, se incrementan los sueldos y salarios subiendo el mínimo en 20%. Y se decide otorgar créditos a diestra y siniestra, tratando de fijar las expectativas y no, como en verdad lo lograron, dispararlas en una espiral creciente de incertidumbre.

El costo político y la marcada debilidad institucional en la capacidad de la implementación de políticas económicas, demostrado en el brillo de la ausencia de la autoridad monetaria como responsable del cuidado de la inflación y un ministerio de hacienda que tiene un dinamismo de endeudamiento de 1000 millones de dólares por año, no justifica tasas de crecimiento entre 3.2 y 4 % del producto haciendo pensar que el ritmo de endeudamiento, gasto público y tasas bajas de crecimiento, desemboquen probablemente en una insostenibilidad de la deuda que anticipe una crisis futura.

Ante este panorama, la petición más aclamada en los mercados económicos es: Aseñales claras!, prudencia fiscal y consistencia. Generar incertidumbre al extremo en el cual se está viviendo en la economía boliviana, es acelerar el retroceso en el cual nos hemos embarcado ya por años, al ahuyentar la inversión no solo en la gran industria, sino y principalmente socavar las expectativas del sector más importante de la economía boliviana que se concentra en las pequeñas y medianas empresas.

Es ya recurrente y ampliamente conocida la propuesta de fondos de ahorro (estabilización) que permitan captar los recursos provenientes de actividades extractivas como hidrocarburos y minería. Esto permitiría moderar el gasto de gobierno y salvaguardar shocks externos que no son menores, dada la volatilidad en mercados externos.

Finalmente, es importante asegurar el mensaje que se emite a los inversionistas con decisiones consistentes de parte de los hacedores de política; promoviendo la confianza en las instituciones. Y de esta manera, otorgar mayores grados de libertad a la hora de implementar políticas públicas. Las expectativas e iniciativas de cada boliviano representan el crecimiento potencial y el seguro de un futuro con mayor bienestar social.

 

 

Fuente: http://faroteilumina.blogspot.com/