Bolivia: Bolivia como Venezuela

Por:

Humberto Vacaflor

En:

El Deber

País:

Bolivia

Fecha:

8 de abril de 2017

¿Qué tendría que pasar para que en Bolivia se diera una situación parecida a la absurda crisis política que vivió Venezuela? Para hacer este ejercicio de imaginación hay que identificar el poder democrático que no esté bajo el control del MAS en Bolivia.

¿Cuál podría ser el poder democrático que un intento golpista quisiera destruir desde el propio Gobierno? Me parece que no hay ninguno, porque todos están tomados y retomados incluso, como la justicia. Si hasta los ministros del Tribunal Constitucional son cambiados a gusto del Gobierno y algunos de ellos sometidos a juicios, ¡que sus propios excolegas deben conducir! ¿Parlamento? Ni hablar. Cerrado. Ni siquiera cumple sus funciones de conocer, como dice la CPE, adónde y por cuántos días viaja el presidente al exterior. Es un adorno. O un estorbo. Este poder se cerró por dentro, por propia iniciativa. ¿Colegios de profesionales? Ya están tomados. ¿Sindicatos, federaciones, confederaciones o Central Obrera? No, todo está en el bolsillo del MAS. O sea que aquí no hace falta el ‘impromtus’ del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela.

Allí, el presidente del TSJ, Maikel Moreno, fue el que hizo y luego deshizo el peor desliz democrático de Sudamérica. Un desliz que recibió la “solidaridad y apoyo incondicional” del Gobierno boliviano. Cuando Moreno corrigió su error, el apoyo incondicional no fue retirado, quizá porque si eres amigo, pues lo eres en las buenas o en las malas, en los aciertos y en los papelones. De otra manera cómo se entendería la solidaridad socialista. Salvo que aquello de ‘incondicional’ tuviera que incluir algunas condiciones: que la medida no sea anulada, por ejemplo. Maikel Moreno estuvo en la cárcel acusado de asesinar a una mujer en el estado de Bolívar y luego acusado de haber matado a Rubén Gil Márquez, y también acusado de formar parte de la ‘banda de los enanos’, que operaba manipulando el Poder Judicial. Son los méritos que hizo para llegar al cargo en este mundo al revés. Es como si nuestro fiscal general, Ramiro Guerrero, hubiera estado metido en alguna actividad non sancta, ya sea de guerrillero, terrorista o asaltante de universidades. Y, con esos antecedentes, decidiera, vamos a imaginar, cerrar algún poder del Estado, amenazar a algún ministro.

 

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Publicado originalmente en El Deber (Bolivia), el 7 de abril de 2017