Después de haber sufrido una importante caída, el apoyo ciudadano a la Presidenta Bachelet ha ido creciendo desde fines del año pasado para llegar a un 58,5% en febrero, según la última encuesta Adimark. El contraste de este cuadro es la candidatura de Eduardo Frei. Luego que se despejara  la carrera presidencial con la bajada de Ricardo Lagos y José Miguel Insulza, Frei comenzó a capitalizar la base electoral natural de la Concertación, estrechando la distancia que tenía con Sebastián Piñera. Lo natural era que la brecha siguiera disminuyendo. Sin embargo, marzo mostró una realidad distinta: la distancia entre ambos candidatos en la segunda vuelta, sigue siendo entre los inscritos, de alrededor de diez puntos. ¿Qué pasó?

La explicación del aumento de popularidad de la Presidenta, la podemos encontrar en  que el contexto le ha permitido volver a la fórmula que le hizo ganar las elecciones. Tenemos nuevamente una Presidenta amable, espontánea, cercana y querida por los chilenos. Atrás quedaron los momentos  de crisis como las protestas de los pinginos y el Transantiago que pusieron en duda su liderazgo y significaron un castigo por parte de la ciudadanía. A ésto se suma el alejamiento de los conflictos internos de la Concertación que la obligaban a  bajar a la arena política perdiendo su aura de frescura. De hecho el cambio de Francisco Vidal por Carolina Tohá en la vocería, se explica porque el estilo políticamente confrontacional del primero, no cuadraba con la fórmula que estaba llevando a Bachelet a subir en las encuestas. El tercer ingrediente que ayuda a mejorar la evaluación de la Presidenta es la buena valoración de la población respecto al manejo de la crisis económica que está haciendo el gobierno.

Esto no significa que los conflictos políticos de la Concertación se hayan acabado, sino que el epicentro se trasladó de la Moneda a la Fundación Frei. De hecho lo que le ha permitido crecer a Bachelet, está perjudicando al candidato. Es Frei quien hoy está inmerso en los conflictos políticos de la Concertación, relacionados con los cupos parlamentarios, el reparto del poder de los partidos en la candidatura y por lo tanto en el próximo gobierno, las diferencias ideológicas que se cristalizan en discusiones como el aborto terapéutico y el posible acuerdo electoral con el partido comunista. A esto se suma que pese a que sus contendores más fuertes abandonaron la carrera, el ex Presidente no ha logrado posicionarse como el candidato indiscutible del conglomerado. Las políticamente conflictivas primarias con José Antonio Gomez, el aumento en las encuestas de Andrés Velasco y el fantasma de Ricardo Lagos, le quitan fuerza a su liderazgo, impidiendo que la Concertación se ordene detrás de su candidatura. Adicionalmente, el manejo de la crisis económica que está favoreciendo al gobierno de Bachelet, no se puede traducir en una fortaleza del ex Presidente quien dejó su gobierno con un 45% de desaprobación justamente por el mal manejo de la crisis económica. Por otra parte, ¿Puede Frei que dijo respecto al manejo económico del Ministro de Hacienda: “¿Le vamos a entregar a la derecha un gobierno con 20 mil o 30 mil millones de dólares en caja? Eso es una locura!”, colgarse ahora de su gestión?

Todo este panorama se ha traducido en que un 41% de las personas, que según la encuesta de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, apoyan la gestión de Bachelet, votarían por Piñera. Eduardo Frei enfrenta entonces el hecho que es el candidato de la Concertación peor posicionado en las encuestas a nueve meses de la elección desde el retorno de la democracia. Mientras que la Alianza debe resolver la ecuación de no atacar gratuitamente a una Presidenta bien posicionada, pero criticar las políticas mal enfocadas, para poder presentarse como una alternativa.

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*Ex Directora del Programa Sociedad y Política del Instituto Libertad y Desarrollo