Pareciera que los insultos están de moda. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, no escapa a ellos. Más adelante haré referencia en qué consisten dichos insultos. Pero el centro de esta columna es comentar las incidencias dentro de la OEA, con motivo del cónclave reunido para tratar el caso de Venezuela y, por ende, el informe de Almagro al respecto, como se ha recogido en la prensa.
La referida Carta Democrática, a su vez, refleja en lo polÃtico un compromiso de cada paÃs en la democracia; en lo histórico recoge los aportes de la OEA; en lo sociológico, expresa la demanda de los pueblos de América y en lo jurÃdico expresa la actualización e interpretación de la Carta Fundamental del organismo regional aludido que postula en su ArtÃculo 1. Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.
Sentado lo expuesto, la preocupación del secretario general de la OEA radica en que es de notorio conocimiento que el régimen de Nicolás Maduro, heredado del chavismo, anda con los cabos sueltos y ha internado la Patria de BolÃvar en un atolladero que abarca las condiciones polÃticas, económicas y sociales de su pueblo. Cada dÃa el panorama que viven los venezolanos no puede ser más deprimente hasta el punto que varias panaderÃas no han escapado del rapaz gesto gubernamental y han sido incorporadas a la función estatal, con el conocido futuro de privaciones y rotura productiva.
Si bien es cierto que el pueblo venezolano le demostró al régimen de Maduro su rechazo en las elecciones del 6 de diciembre de 2015 y surgir un nuevo Parlamento de mayorÃa opositora, su funcionamiento ha venido siendo torpedeado e impedido de llevar adelante su papel de órgano legislativo para traer nuevos aires al asfixiado horizonte causado por el chavismo. La ley de amnistÃa para los presos polÃticos ha sido un sueño que todavÃa no ha visto su efectividad, como lo demuestra, entre otros, el caso insólito de Leopoldo López, quien ha sido condenado al margen de toda prescripción legal que se ajuste a hechos cometidos por el mismo y donde lo que sà afloró fue la venganza del régimen contra este joven luchador.
Otro de los aspectos inauditos ocurridos y ordenados por Maduro y su élite, es el papel claudicante de los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, al emitir un dictamen en virtud del cual le retira la inmunidad a los miembros de la Asamblea a despecho de lo establecido en la Constitución bolivariana, que expresa en su artÃculo 3: “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular…â€, la cual recayó en dicha Asamblea.
Regresando a los insultos a que aludo más arriba, la canciller RodrÃguez, en el marco de la reunión de la OEA, expresó sin ningún recato que Almagro era un mentiroso, un mercenario y otros epÃtetos injuriosos, como es norma y costumbre de los regÃmenes dictatoriales cuando son objeto de reclamos para el cumplimiento de los pactos y normas de las cuales son signatarios. La canciller venezolana soslayó la más sintética y noble definición del orador formulada por los antiguos romanos: vir bonus dicendi peritus, esto es, el hombre bueno, perito en el arte del buen decir. No en balde Cicerón repetÃa: “El mucho saber es fuente del bien decirâ€, lo que pone en tela de juicio la aptitud de la supradicha canciller.
En ningún foro o en la prensa es dable comportarse utilizando términos ofensivos e insultantes contra funcionarios públicos de cualquier categorÃa, y si de discrepar se trata, las reglas del buen decir deben predominar en vez de acudirse a las ofensas y diatribas, porque todos los idiomas poseen suficientes medios para hacerlo con la elegancia que demanda el uso de la palabra o el uso de la escritura.
Para los hermanos venezolanos todo lo que hace que la vida, habitualmente, sea fecunda, plena, alegre, floreciente, cálida y fraternal, falta en ese desolado pueblo, por obra y gracia de un gobierno que marcha contra viento y marea.
**Abogado cubano. Reside en Miami.
Publicado originalmente en El Nuevo Herald (EE.UU.), el 1 de abril de 2017