Voto poca gente, es un hecho. ¿Pero poco respecto a qué? Si nos comparamos con las cifras nacionales, la baja es sorprendente: pasamos de un 80% de la población en edad de votar en el año 1992 a un 58% de la población en edad de votar en 2008 y a cerca de un 40% de la población en edad de votar en 2012. Esto tiene múltiples explicaciones.
A nivel internacional, las elecciones locales tienen menos niveles de participación que las presidenciales, por ejemplo, en democracias avanzadas como Inglaterra las elecciones locales convocaron a un 38% de la población en edad de votar y nadie cuestiona el sistema. Por otra parte, suponer que el sistema de inscripción automática y voto voluntario detonarÃa una masiva participación de manera instantánea es iluso; el voto es una forma de expresión polÃtica compleja que involucra formas de socialización polÃtica que no son fáciles de revertir en el corto/mediado plazo. ¿O es que acaso pensábamos que un joven que ha crecido en un ambiente proclive a la desafección polÃtica por el sólo hecho de estar inscrito de manera automática, votarÃa? Por supuesto que no. Por último, en un paÃs de excesiva tradición presidencialista, la gente siente que el devenir del paÃs está más en juego en la elección presidencial que en las locales. Por lo tanto, no es de extrañar que para la próxima presidencial la participación aumente de manera significativa.
No obstante lo anterior, también es importante reconocer que las campañas polÃticas tampoco estuvieron a la altura en términos de convocar a la participación. Salvo contadas excepciones (entre ellas, las de Josefa Errázuriz y Carolina Tohá, por cierto), las campañas apuntaron a los “viejos electoresâ€, con escasas propuestas programáticas y una abundancia de contenido “lightâ€. Al parecer, existe poca conciencia por parte de los actores polÃticos de que el ciudadano de hoy es distinto al del pasado; hoy la gente esta premiando liderazgos distintos, que apelan a una transversalidad y que representan una nueva forma de hacer polÃtica, quizás “más ciudadanaâ€. Este ejemplo es válido para las dos coaliciones, no por nada por el lado de la Coalición candidatos de los perfiles de Rodrigo Delgado (UDI) por Estación Central y Germán Codina (RN) resultaron electos.
Es importante que los grupos dirigenciales de los partidos saquen lecciones de este escenario, pero a la vez ponderen que el peor error para ellos en términos de credibilidad y consecuencia es volver a un sistema de voto obligatorio, a menos que pretendan retroceder en la consecución de una democracia que apunte a la calidad; no por nada 26 de los 33 paÃses de la OCDE tienen voto voluntario. El voto voluntario es un desafÃo a la oferta de los partidos polÃticos y, en esta pasada, la oferta no fue distinta, ergo, ¿por qué esperar resultados diametralmente distintos?
En sÃntesis, un análisis reflexivo debe apuntar a la moderación respecto a los alcances de estas primeras cifras de abstención, reflexionar en torno a las causas y aprender la lección de que campañas más ciudadanas, bajo la legitimidad de primarias y donde efectivamente estén en juego ideas y visiones de gobiernos comunales, parecen ser la vÃa para re-encantar el exigente electorado nacional.
* Jorge RamÃrez
Investigador del Programa Sociedad y PolÃtica del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo (LyD).
Publicada originalmente en Acuerdos.cl, el 30 octubre 2012.