Bolivia: Empleo y consumo

Por:

Oscar Ortiz Antelo

En:

El Deber

País:

Bolivia

Fecha:

19 de diciembre de 2013

La inesperada aprobación del pago del doble aguinaldo para los trabajadores públicos y privados ha generado una gran polémica sobre los efectos y motivaciones de la medida. Sin embargo, creo que el debate sobre sus consecuencias, como la inflación que generará, ha ocultado la discusión de fondo, que es la equivocada política de buscar popularidad incentivando el consumo sin promover el empleo.

Desde este punto de vista, lo más probable es que en los próximos meses veamos un fenómeno de fiesta y resaca. Fiesta porque nadie deja de recibir y disfrutar un sueldo adicional inesperado, que beneficiará a los trabajadores formales y que inyectará una nueva dosis de circulante a la economía, aumentando los niveles de consumo. Resaca porque después de esta medida no solo se provocará un incremento de los precios de los productos de consumo masivo, sino que se afectará significativamente las condiciones para la creación de empleo, especialmente en los sectores formales.

Este es el problema de fondo y el efecto más negativo de este tipo de medida. Los agentes económicos no solo reaccionarán ajustando precios para compensar el incremento de costos laborales, sino que en un segundo momento revisarán los costos y el tamaño de su planilla y, sobre todo, tendrán un fuerte y negativo incentivo para no contratar más personal por los constantes cambios en las condiciones de contratación. No es que el consumo esté mal. Nadie puede criticar a una familia que procure disfrutar una mejora en su nivel de bienestar. El problema es que la mejora en los niveles de vida solo se puede sostener en el mediano y largo plazo si está directamente relacionada con un empleo, a la mejora en las condiciones del mismo o a un emprendimiento que la persona o la familia pudiera realizar y desde el que pudiera crecer.

Por ello, se dice que no hay mejor política social que la promoción de las condiciones que permitan generar buenos empleos, para lo cual es indispensable un ambiente favorable a las inversiones. El populismo, por el contrario, apuesta solo al consumo porque puede redituarle votos en el corto plazo, pero de ningún modo asegura la creación de clases medias prósperas y crecientes.

 

 

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Articulo originalmente publicado en El Deber  el 18 de diciembre de 2013